Querida tú,
Te escribo esta carta sin decir tu nombre porque seguramente sabes perfectamente quién eres.
Quería decirte que te has convertido en una de esas personas de las que te dicen "Ven, te prometo que no va a pasar nada." Y voy, sabiendo perfectamente que no va a pasar nada, porque tú me estás protegiendo. Me gustaría decirte que eres una de mis personas favoritas en el mundo, y que sería capaz a tirarme horas observando tu rostro, deseando que dibujes esa sonrisa tan perfecta tuya. Digas lo que digas, eres preciosa, y nada ni nadie puede cambiar eso, con tu cara de muñeca (aunque tu mente sea más bien de muñeca hinchable) tu baja estatura, y tu no esqueleto. No necesitas ser un palo para ser hermosa, te lo repetiré toda tu vida si hace falta, y si te hace falta, también comeré pizza contigo hasta sangrar queso y salsa de tomate.
Es raro escribir una carta en este blog tan enfocado a otro tipo de escritos, aunque la Oda a la Regla cambiara esa estética tan melancólica y romanticona que tenía.
Quiero recordarte que pase lo que pase estaré a tu no lado, ya que ahora me encuentro en el culo del mundo y me sea imposible estar ahí como te mereces, y te protegeré de todo imbécil que tenga la mera intención de hacerte daño. Si pudiera, no dejaría que absolutamente nadie te hiciera daño, y sólo conocieras las lágrimas de felicidad, no las que secan tu cuerpo llenándolo de penas.
Por encima de todo quiero que seas feliz, y sepas que soy tu "pequeña gran [Introduzca mi nombre aquí]" y lucharé por todas las sonrisas que puedas darle al mundo, y por todas las risas que puedas regalar a mis oídos.
Ojalá fuera capaz a decirte todo lo que quiero decir en una sóla carta, pero te tirarías media vida leyendo, así que pongo fin a esta carta sin ser el fin de todo lo que eres para mi.
- Yo
Pd: Te quiero, incesto.
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