martes, 5 de noviembre de 2013

El eterno actor secundario

Cada día. Cada día cuando me despierto intento encontrar las fuerzas necesarias para decirme a mi misma "Hoy será un buen día." igual que cada día, pero nunca lo es. ¿Qué pasa cuando sientes que cada persona que te mira ni siquiera sabe realmente quién eres? Como si fuera el personaje que aparece detrás, en una esquina, que no tiene ni diálogo ni importancia en la historia, cuya voz sólo se escucha cuando se escuchan las de todos, y ni siquiera entonces se entiende realmente lo que dice, y a nadie le parece relevante.
Intento ser una más, pero no puedo. Sé que no soy como todos, aunque no acabo de descubrir qué es lo que me hace tan diferente, tan inusual para la mayoría. Ni siquiera entiendo por qué tengo tanto miedo, pero la mano invisible que ejerce presión en mi cuello sigue ahogándome cuando otros ríen a mi lado. Quizás ni me hayan visto, no lo descarto con lo invisible que soy para todos, pero parte de mi está aterrorizada por seguir siendo esa chica que no le importa a nadie y de la que todos tienen derecho a burlarse. Con los años, a mi ha dejado de importarme todo, pero, no consigo vivir aislada. Odio estar sola, pero no tengo una salida. No tengo un sitio donde estar, ni que sea mío.
Muchos dicen estar solos cuando tienen tanta gente a su alrededor que es imposible no escuchar sus risas desde cualquier parte. Muchos dicen que no salen cuando tienen mil fotos borrachos en un parque. Pero no he visto a nadie encerrado cada día en su habitación, a solas consigo mismo, cada instante, en el interior de un gran desconocido.

sábado, 12 de octubre de 2013

El precio de la vida

El esfuerzo que hacía por respirar era ya exiguo. Cada músculo de su cuerpo se hallaba compungido. Pensaba en ese momento que jamás, si sobrevivía, se perdonaría semejante necedad, pues no sólo ella había resultado herida, su compañera de vida y viaje había cerrado sus ojos, esos ojos que antes brillaban por su sagacidad, y los había cerrado para siempre. "Debí haber reaccionado antes" pensó recordando el instante en que un ruido sospechoso seguido de un grito espeluznante la había paralizado impidiendo su huida, motivo por el que su pequeña no se había ido. "Jamás te dejaré sola." Recordó que siempre le decía con esa voz tan armoniosa. Echaría tanto de menos su carácter, tan arisco y dulce a la vez, la forma en la que hizo desaparecer su cicatería convirtiéndola en una mujer mejor. Su manera de protegerla de todo ser viviente que se acercase a ella con "malas intenciones", como solía decir. "¿Cuál habría sido su último pensamiento?" Siguió torturándose. "Quizás un "te quiero", quizás un recuerdo de alguna tarde juntas, o la primera vez que despertamos en la misma cama, ella con una sonrisa en los labios y yo con un beso en los míos. Quizás pensara en sus padres, esperando que su muerte le otorgase la absolución por no haber escondido quien era, ni a quien amaba. Quizás recordó su infancia, corriendo libre por un monte. Quién sabe." 
El aire empezaba a pesar más en sus pulmunes, y la sangre seguía brotando incansable de su vientre. Hizo un último esfuerzo para acercarse al cuerpo que empezaba a enfriarse que yacía con un corte profundo en el cuello, para aferrarse a su pecho sosteniendo su mano y acariciando su cabello. Le dio un beso en la frente, le cerró los ojos. "Gracias por todo." Susurró mientras la vida escapaba de su cuerpo al igual que las lágrimas y el hombre encapuchado con unos sucios billetes en la mano. ¿Es ese el precio de la vida? 

viernes, 13 de septiembre de 2013

-

Cada día me levanto. Cada día me miro al espejo, y veo a alguien diferente. Hay días conozco a ese reflejo que me mira con ojos vacíos, otros, no sé quién me observa.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Frío

Hace frío. Cada día desde que no estás el frío me consume. Nada. No tengo tu cuerpo para rodearme. El frío es tan intenso que hasta el tiempo se congela. Lo peor es que nunca has estado, y la verdad es que tampoco sé dónde estás. Tampoco sé quién eres. Muchas veces he pensado que te había encontrado, pero no era más que una falsa alarma. A veces me da por pensar que no existes realmente y otras me pregunto si estarás desayunando al mismo tiempo que yo. Me pregunto si te miras al espejo por las mañanas y piensas en mi, aunque aún no me conozcas, o piensas en quién crees que soy, pero en realidad es sólo otra persona que en algún momento te llevará a mi. Quizás ya te conozca, eso espero. Quizás seas quien creo que eres ahora mismo. Ojalá. Pero si no lo eres, ¿dónde te escondes?

Protégeme

¿Y qué hago si me enamoro? Desde hace un tiempo que esa palabra es tabú, algo que se ha de evitar a toda costa, algo que no pasa a sin largas tardes adornadas de palabras, miradas y caricias, si no es mutuo, pero, ¿y si pasa? ¿y si no tengo tanto control de mi misma como pensaba?
Pensaba que si me encerraba en mi misma podría evitarlo, pero cometí un error; te dejé entrar, o me dejé llevar, ahora ya no importa. Sólo sé lo que siento cuando estás cerca, y cuando estás lejos. Sólo sé cómo te echo de menos, y cómo quiero que me quieras y te dejes querer cada momento, que me dejes explorar tu mundo como nadie lo ha hecho antes y pienses que no sería lo mismo sin mi presencia. Quiero que me desees y me pienses cada momento inevitablemente, que incluso cuando intentes concentrarte veas mi cara y escuches mi voz.
Es probable que eso nunca pase y se quede en mis fantasías y mis cartas sin nombre ni destino pero por un momento me gustaría pensar que quieres que te bese en un momento inesperado tanto como yo. Si fuese valiente ya lo habría hecho, pero tengo miedo, mucho miedo. Enséñame a ser libre. Protégeme de mis demonios. Te necesito en mi vida. No te prometo infinitos, sólo un instante intenso, pues los para siempres son aburridos y la vida al final no es más que un momento entre un llanto y un silencio.

viernes, 26 de julio de 2013

Confesiones

Tras una larga tarde compartiendo risas y alguna que otra caricia, al ver que se aproximaba la noche bañando el cielo de un naranja rosaceo y con ello su partida, la miró directamente, cayendo sin poder evitarlo en esos ojos pequeños y profundos.
Nunca había sentido tanto miedo como en aquel entonces. Debía elegir las palabras con tanto cuidado como si se tratase de meter un trozo de carne en la boca de un león hambriento sin que este le arrancase el brazo movido por el éxtasis de sentir el sabor de la sangre fluyendo en su lengua. Pero no se trataba de una leona. Aquella era la chica que la tenía en las nubes, y había llegado la hora de decírselo. 
-Tengo que decirte algo... -empezó, mientras ella la miraba con un gesto de curiosidad- Pero antes, prométeme que no cambiarás tu forma de pensar sobre mi.
La chica la miró dudosa, sin saber qué vendría a continuación, pensando que quizás, había hecho algo que la hiriese. Aún así, se obligó a sonreir.
- Lo prometo.
Suspiró. - Lo que voy a decirte ahora es muy importante para mi, y si sale mal, no creo que pueda volver a mirarte a la cara. - sintió como si el corazón se le fuera a salir por la boca, eso si lograba superar el nudo de la garganta que la estaba ahogando - Desde que empecé a conocerte me pareciste alguien diferente, alguien especial. Cada día que pasaba si estaba contigo era un día que apreciaba, dando gracias al mundo por haber conspirado para que estuvieras en mi vida, deseando poder pasar más tiempo contigo, riéndonos, conociendo tu historia, abrazándonos... Poco a poco me fui dando cuenta de que lo que me pasaba no era emoción por hacer una nueva amiga, era algo más. Mi corazón empezó a latir más fuerte cuando te acercabas, y mis mejillas cambiaban de color a un rojo pálido... Lo que quiero decirte es que... Perdóname por esto... 
Se inclinó hacia ella y le robó un beso. Una lágrima brotó de cada uno de sus ojos al sentir que ella le devolvía otro, y la atrajo hacia sí. Pero de repente se separó y miró al suelo. 
Tras unos segundos que parecieron eternos, puso un dedo en su barbilla, y le levantó la cara, obligándola a mirarla a los ojos. Al ver sus lágrimas, se las quitó cariñosamente con sus pulgares. 
- No sé qué decir... Esto es...
- Olvida que soy una chica. Olvida que tienes que estar con un hombre, supuestamente. Quiero que me mires a los ojos, y mires más allá de lo que ves. Quiero que me dés una oportunidad de enseñarte que las personas no son etiquetas. Quiero que creas en mi, en un "nosotras".
Se mordió el labio, sin saber qué decir. La observaba silenciosamente mientras ella debatía consigo misma si había sido una buena idea decirle lo que llevaba creciendo en ella durante tanto tiempo. Y se quedó así, observando. Saboreando el recuerdo aquel beso en un silencio que pronto mataría a su acompañante.

martes, 16 de julio de 2013

Sombras

Hay muchos demonios que se esconden en las sombras, asegurándose de que lo peor que pueda ocurrir sea lo que pase.
Sientes cómo a cada segundo que pasa unos tentáculos invisibles estrangulan poco a poco tu corazón. Te cuesta respirar, como si el aire estuviera envenenado por su esencia, su imagen, sus palabras... esas palabras que nadaron desde sus labios hasta tus oídos como si fueran una sinfonía compuesta de piezas cada vez más complejas. Las mismas que te confundieron, e intentaste descifrar una y otra vez reviviendo ese momento en tu mente, como si fuese una película. Esos labios. Casi puedes palpar ese momento en el que soñaste con los ojos abiertos mientras contemplabas su rostro que te acercabas a ella y cerrabas el pacto que tanto ansiabas formular con la unión en sintonía de vuestros labios en eso que tantos conocen como beso. Sin embargo, en lugar de eso le ofreciste una sonrisa aunque lo más probable es que tus ojos te delataran. Quizás lo único que deseaba es que te inclinaras hacia ella y le robaras por un momento esos labios que muchos otros ya habían deseado mucho antes. Pero la duda de que no fuera así se acercó como una sombra traicionera que se interponía entre tu corazón y el valor para dar ese paso. No estaba ni a medio metro de distancia, pero era como saltar de un lado a otro en un gran valle sin tener la certeza de caer en suelo firme o por el contrario hundirte en las profundidades del rechazo. Sólo ella puede darte las alas necesarias que te permitan salvar la vida y la insapiencia de eso te desquicia. El que no juega no gana, según dicen, pero habiendo tanto que perder, por mucho más que haya que ganar, ¿hay alguien capaz de saltar al vacío esperando volar cuando está en manos de otra persona ponerle las alas?

martes, 11 de junio de 2013

Escúchame.



Cuánto tiempo hace falta mirarte
para que veas lo que llego a necesitarte.
Cómo habré de gritarte sin palabras
lo mucho que quiero rozarte.
Cómo podré indicarte sin gestos
el camino que nos aguarda.
Si no entiendes lo que digo sin decir nada,
o lo entiendes y no me llamas.
Cómo saber si me escuchas
si no puedo pronunciar las palabras.
Cómo vendarte los ojos
para que entiendas mis palabras vacías.
Cómo dejar de mirarte
si aunque no estés no paro de pensarte.
Ojalá me escuches pronto, y, por favor,
déjame alcanzarte
.

sábado, 4 de mayo de 2013

Cambios.

Todo cambia.
Todo es un ciclo.
Las aves migran.
Las nubes marchan.
Las hojas nacen.
Las flores crecen.
Las aves vuelven.
Las nubes marchan.
Las hojas cambian.
Las flores se marchitan,
y se olvidan.
Nacen nuevas,
caen hojas.
Tiñen de amarillo el otoño.
Traen consigo lluvia.
El agua cae.
Se seca.
Se olvida.
Nada permanece.
El tiempo pasa.
Nada prevalece.
El mundo gira.
Las aves cantan.
Las nubes lloran.
Los besos nacen.
Los besos mueren.
Nada se libra.
Todo viene.
Todo marcha.
Todo gira.
Todo cambia.

miércoles, 24 de abril de 2013

Ceniza.

Hay días en los que deserías cerrar los ojos y despertarte en unos años, cuando todo ya haya pasado. Días en los que el fino techo que has conseguido construir entre tu cabeza y el caos que hay en tu vida se derrumba, y te aplasta.
Tus brazos ceden, no pueden seguir aguantando tanto peso. Simplemente se desploman, dejándote sin poder caminar si quiera. Por mucho que hayas intentado sujetarlo todo, te puede.
Aguantarás un tiempo, ¿cinco meses, un año, tres años? Quizás más, pero siempre acabará pudiendo contigo, consumiéndote lentamente, como si se tratara de un fuego consumiendo lenta y dolorosamente un trozo de madera. En algún momento tendrás ocasión de apagar el fuego, pero habrá una parte de ti que se habrá reducido a cenizas. Nunca serás quien fuiste antes de todo esto, y lo peor es que eso tampoco te importa demasiado.

sábado, 20 de abril de 2013

Vacío

"Sólo falta un poco más" piensas mientras tus manos y tus pies se coordinan sabiendo que cualquier paso en falso puede significar tu muerte. Es lo que tiene escalar montañas tan peligrosas.
Parecía segura cuando estabas abajo, pero al ir subiendo, te vas dando cuenta de que no es así. No quieres algo fácil, pero tampoco quieres caer al vacío.
Recuerdas aquel día, en que la viste por primera vez. Pensaste que nunca habías visto nada igual, y que ella tenía que ser tuya. Recuerdas la primera vez que sentiste su aroma encima de tu cuerpo, y podiste sentir con tus manos cada centímetro de su piel, sin darte cuenta el peligroso acantilado que en realidad era. Te enganchaste a su ser de una forma de la cual no debiste, y ahora estás atrapada, sin poder bajar de la montaña. Bajar habiendo llegado hasta ahí significaría haberte rendido, y estás segura de que si consigues llegar arriba, todo este tiempo no habrá sido en vano. Es imposible bajar cuando sólo quieres más, y esperas lo mejor de ella. Ya no te importan las condiciones en las que esto sea. Da igual que nieve, que se te congelen los dedos o te quedes sin aire. Lo único que deseas es que ella te quiera igual que tú a ella. Pero eso no va a pasar. Y no será porque tú te resvales, o pongas mal un pie o una mano. Ella se derrumba, y te aplasta. Caes al vacío sin poder evitarlo, sin poder hacer nada al respecto. Todo por un capricho suyo. Pensabas que querías subir la montaña, pero en realidad te estaba consumiendo. Todo lo que hacías era por y para ella, tú ya no eras importante.
Durante la caida piensas en lo bonito que parecía todo cuando estabas abajo, y lo horrible que fue según ibas subiendo. Empeoraba gradualmente, por lo que fuiste acostumbrándote sin darte cuenta a soportar cosas que realmente no tenías por qué aguantar.
El golpe es duro. Pero lo más doloroso será volver a caminar lo suficiente como para encontrar otra montaña que parezca digna de escalar.

lunes, 8 de abril de 2013

Incesto

Querida tú,
Te escribo esta carta sin decir tu nombre porque seguramente sabes perfectamente quién eres.
Quería decirte que te has convertido en una de esas personas de las que te dicen "Ven, te prometo que no va a pasar nada." Y voy, sabiendo perfectamente que no va a pasar nada, porque tú me estás protegiendo. Me gustaría decirte que eres una de mis personas favoritas en el mundo, y que sería capaz a tirarme horas observando tu rostro, deseando que dibujes esa sonrisa tan perfecta tuya. Digas lo que digas, eres preciosa, y nada ni nadie puede cambiar eso, con tu cara de muñeca (aunque tu mente sea más bien de muñeca hinchable) tu baja estatura, y tu no esqueleto. No necesitas ser un palo para ser hermosa, te lo repetiré toda tu vida si hace falta, y si te hace falta, también comeré pizza contigo hasta sangrar queso y salsa de tomate.
Es raro escribir una carta en este blog tan enfocado a otro tipo de escritos, aunque la Oda a la Regla cambiara esa estética tan melancólica y romanticona que tenía.
Quiero recordarte que pase lo que pase estaré a tu no lado, ya que ahora me encuentro en el culo del mundo y me sea imposible estar ahí como te mereces, y te protegeré de todo imbécil que tenga la mera intención de hacerte daño. Si pudiera, no dejaría que absolutamente nadie te hiciera daño, y sólo conocieras las lágrimas de felicidad, no las que secan tu cuerpo llenándolo de penas.
Por encima de todo quiero que seas feliz, y sepas que soy tu "pequeña gran [Introduzca mi nombre aquí]" y lucharé por todas las sonrisas que puedas darle al mundo, y por todas las risas que puedas regalar a mis oídos.
Ojalá fuera capaz a decirte todo lo que quiero decir en una sóla carta, pero te tirarías media vida leyendo, así que pongo fin a esta carta sin ser el fin de todo lo que eres para mi.
- Yo
Pd: Te quiero, incesto.

viernes, 5 de abril de 2013

Tus labios.

El aire baila entre esas curvas,
tan perfectas que la vista se nubla.

Quién pudiera caminar sobre esos labios.
Quién pudiera terminar este verso,
pero nada es tan perfecto en nuestro universo.

Nada se asemeja a la humedad de tu lengua,
y por ello te ruego una tregua.
En nombre de quienes queremos explorar esa boca.
Con su sedosa apariencia,
me mira, sigilosa.
Esponjosa.
Cautelosa.
Temerosa de quien pueda venir,
sabes que esos labios no deben sufrir.

Se me insinúan vagamente.
Mi ser se resiente,
actúo inmediatamente,
vaya a ser que por la tardanza,
me deje aquí sin la esperanza
de rozar esos labios.
De sumergirme en tu boca.
De recorrer es lengua.
Olvidar el pasado,
sentir el presente.
Volar mentalmente.
Olvidar qué se siente
cuando algo va mal.
Olvidar qué se siente
al llorar.
Flotar entre versos.
Saborear cada beso.
Sentirse infinito,
en un mundo de muertos.
Correr por el campo,
siguiendo tu canto
y parar sólo
cuando te quedes sin aire,
para salvarte la vida
como salvaste la mía
cuando me miraste aquel día
y volamos.
Como nadie.

lunes, 25 de marzo de 2013

Oda a la Regla

¡Oh, maldita menstruación!
Roja como el fuego,
me robas mis momentos de pasión.

Aunque me libres unos días de la depilación, 
te odiaré toda mi vida, y con razón.
 Por tu culpa me desangro,
hasta manchar el camisón.
Espero que te atragantes con un tropezón
 y un pezón.
¡Oh, maldita menstruación!

Miedo.

¿Conoces ese miedo a que un nuevo capítulo puede empezar a ser escrito?
Ver cómo se preparan los materiales, cómo se abren las páginas en blanco y empiezan a trazarse las primeras líneas que empiezan a formar palabras, y frases de algo que quizás no esperabas.
Ese miedo a volver a tener alguien que pueda destruirte desde dentro, que pueda romperte después de todo el esfuerzo y el tiempo que te costó volver a sentirte bien. Pero eso no es todo. Recuerda cómo estabas antes, cómo te importaba ella antes que nadie, incluso antes que tú misma. Te sientes débil, y esperas que se te pase, intentas cerrar el libro para impedir que la tinta siga haciendo raíz en esas blancas páginas a punto de llevar una nueva historia cuyo desenlace desconoces. Pero no puedes. En el fondo deseas que esa sensación de éxtasis que es el amor vuelva a ti, y recuperes esa felicidad que considerabas perdida. En el fondo quieres dejarte querer hasta llorar de felicidad, pero estás demasiado asustada a volver a pasar por lo mismo. Cierra los ojos. Déjate llevar. Un nuevo capítulo va a comenzar.

viernes, 1 de marzo de 2013

Nostalgia

Esos días. Sí, esos días en los que no sabes qué hacer, o qué decir. Ni si quiera tienes del todo claro cómo te sientes, sólo sientes que se escapan los segundos, cómo se escapa tu vida de entre tus inseguros dedos con cada respiración, con cada latido. Sabes que el tiempo no se detiene aunque tú lo hayas hecho, ni aunque no tengas ni idea de cómo seguir adelante, qué camino tomar ahora. Cada minuto que pasa, cada segundo, es un segundo que ha pasado, y ya nunca podrás recuperar. Todos los momentos y estados son efímeros, como la belleza, muchos dirán. ¿O será al contrario, y todo es eterno? Todos los momentos que has vivido, son tuyos, y aunque se acaben, siempre los repites una y otra vez en tu mente, como si se tratase de tu película favorita. Vuelves a sentir las miradas, las sonrisas, los abrazos, los besos... el viento en la cara y el deseo que eso no acabe nunca. Pero acaba. Y eso es lo triste, el sentimiento de no sentir nada. Felicidad y tristeza a la vez, que se anulan. La nostalgia.